Música Mexicana para Guitarra Barroca
Saludos
Varias veces he conocido distintos autores y obras desde su blog, de autores que son inencontrables en Chile, es por eso que quisiera retribuirle con musica latinoamericana del periodo que abarca este blog.
Las piezas aquí grabadas, forman parte del manuscrito de la Biblioteca Nacional de México, clasificado como Tablatura Musical,que data de la primera mitad del siglo XVIII, esta música tiene un gran valor histórico, por ser el único ejemplo de música mexicana para guitarra barroca que ha sobrevivido hasta nuestros días.
esperando que sea de su agrado
Francisco.
Las gracias infinitas a nuestro Amigo en la Música... Francisco, que nos comparte por medio de sus mensajes estas maravillas musicales .... Gracias y desde este espacio mi agradecimiento... Y en todo lo que pueda servirte estoy a tu disposición...
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La historia de la guitarra se inicia, en el continente americano con la enseñanza, la cual comenzó a impartirse en 1523 en la escuela fundada por Fray Pedro de Gante en Texcoco. En esa institución los indígenas aprendieron a leer y escribir música, así como también la ejecución y construcción de varios instrumentos y, de acuerdo a Motolinia: “finalmente no hubo género de música que no tuviesen los indios y usasen en sus poblados, y ellos mismos lo labran todo, que ya no hay que traerlo de España.” También existe una mención epistolar, hecha en 1532 por Fray Pedro de Gante a su primo Carlos V, relatándole que los indígenas de su escuela ya podían rivalizar con los músicos de su Capilla Real. La primera publicación de música para vihuela fue El Maestro de Luys Milán, aparecido en Valencia en 1536, habiendo sido seguido por los Seis libros del Delphin en musica de Luis de Narváez, impreso en Valladolid en 1538 y ambos tratados, al ser publicados, fueron prontamente enviados a la escuela de Fray Pedro en Texcoco. La Canción del Emperador es una transcripción de la famosa Mille Regrets de Josquin des Prés, obra favorita de Carlos V, escrita dentro de la forma típica de la canción francesa del siglo XVI, forma que ejercería una influencia en el desarrollo de la canzona instrumental. En esta publicación de Narváez aparecieron publicadas las primeras variaciones, conocidas entonces como diferencias, como es el caso de Guardame las vacas, canto tradicional sobre el cual la mayoría de los vihuelistas y también algunos guitarristas compusieron variaciones. El manuscrito 1560 de la Biblioteca Nacional de México es un cuaderno de música que contiene 69 obras para guitarra barroca y fue catalogado como Tablatura Musical debido al empleo de este sistema de escritura, empleado para diversos instrumentos, desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVIII. Debido a que cuatro piezas del Ms. 1560 aparecen en el Resumen de Acompañar de Santiago de Murcia, publicado en 1714, varios estudiosos han apuntado la posibilidad de que Murcia sea el autor del Ms. 1560. Sin embargo, al ser las obras de este manuscrito menos elaboradas que las versiones aparecidas en la publicación de Murcia, esto sería un indicio de su existencia anterior, lo que también vendría a desvirtuar la suposición de que Murcia hubiese pasado sus últimos años en México y que entonces hubiese escrito este manuscrito de la Biblioteca Nacional. Las 4 Casas tiene un aire muy mexicano y está compuesta en dos secciones contrastantes, una lenta en 3/4 y otra más rápida en 6/8. Es curiosa y más bien extraña para esa época, la relación tonal entre ambas secciones, ya que la primera está escrita en Do mayor y la segunda en Re menor. La María es una de las piezas que aparecen en la obra de Murcia, pero allí lleva el título de La Mariee, significando en francés: la que está casada. Lo cual nos hace cuestionarnos sobre cuál de estos títulos será la corrupción del otro. La Valona de Bocanegra es otra de las danzas típicamente mexicanas del manuscrito y en ella se emplea la técnica del rasgueado, procedimiento muy en boga en la música de la época para acompañar el canto o la danza. Este procedimiento resulta ser diametralmente opuesto al punteado; sin embargo, en esta danza aparecen ambos puesto que en la coda es empleado solamente el punteado. El Colegio de Santa Rosa de Santa María de Valladolid fue fundado en la primera mitad del siglo XVIII para mantener y educar a niñas desamparadas de la diócesis de Michoacán. Además de la instrucción general, se contaba con una enseñanza musical de primer orden por lo que prácticamente funcionaba como un conservatorio de música, actividad similar a la ejercida en Venecia por el Ospédale della Pietá dei Mendicanti donde enseñó Antonio Vivaldi. En Morelia, el rico archivo musical del colegio sirve como testimonio del nivel académico y fue estudiado y dado a conocer, en la década de los 30, por Miguel Bernal Jiménez quien organizó un concierto el 30 de Mayo de 1939 para dar a conocer diversas obras que formaban parte de este archivo. Entre ellas fueron ejecutadas la Sonata no. 5 y la Sonata no. 8 por el eminente guitarrista Renán Cárdenas y en el programa impreso Bernal Jiménez escribió: “Estas dos pequeñas sonatas son admirables por su aire juvenil y su correcta factura. Los primeros tiempos están construidos en forma sonata y los últimos en forma suite, siguiendo en ésta los pormenores que se advierten en las suites de Bach: las representaciones de las fórmulas cadenciales de las dos partes de la forma. Son particularmente hermosos el Minué majestuoso y el Allegro vivo con que concluyen, respectivamente, las dos sonatas.” La Polka Militar de Pérez de León, así como las tres piezas que le siguen en la presente grabación, marcan un cambio sustancial en el estilo musical del país, al pertenecer al período posterior a la Independencia, mismo que se caracteriza por la aparición espontánea de un nacionalismo mexicano que servirá para contrarrestar las influencias externas de las postrimerías de la época colonial. La Polka Militar está dedicada a Doña Dolores Tosta de Santa Ana y aparece en su parte media la reproducción de un redoble de tambor y de un toque de clarín. Henriette Sontag fue una celebre soprano alemana que se distinguió por su representación del papel principal de la ópera de Weber Euryanthe en 1823 y por su participación en el estreno en Viena, tanto de la 9ª. Sinfonía, como de la Misa Solemne de Beethoven en 1824. Su última actuación fue en el papel de Lucrecia Borgia, en la ópera de Donizetti, durante una gira por México, muriendo victima de una epidemia de cólera, el 17 de junio de 1854 en la capital del país. En el Recuerdo de la Sontag podemos apreciar el sentimiento producido por esta sensible pérdida, el cual es expresado por medio de un vals lento y de la guitarra de siete órdenes, instrumento empleado en México durante el siglo XVIII. La contradanza, según el Grove’s Dictionary es de origen inglés y su nombre francés no es más que una corrupción de su nombre original country dance. Prueba de esto son las Suites des danses des bals du roi de 1699, publicadas por la casa Ballard, las cuales contienen 17 “contredanses anglaises”. La música de la contradanza tiene un carácter vivo, están escritas en compás de 2/4 o 6/8 y se componen de frases formadas por ocho compases, que se repiten. Sin embargo, La Primavera está escrita en 3/8 y La Moreliana en 3/4, esta última con un estribillo que se repite varias veces, lo que viene a dar como resultado una especie de rondó. Tanto Mozart como Beethoven compusieron contradanzas. Felipe Villanueva, pianista y compositor, nació en Tecamac el 5 de febrero de 1862, habiendo fallecido 31 años después. Según Robert Stevenson era un indígena de sangre pura, pero lo cierto es que su Vals Poético compuesto para piano, es una obra que aún sigue siendo tocada en la actualidad en un sinnúmero de arreglos para una diversidad de instrumentos y conjuntos, habiendo conservado una vigencia y frescura notables. El Diccionario de la Música Labor sostiene que Villanueva debe ser considerado como el creador de la “danza mexicana” y Manuel M. Ponce lo proclamó como “el poeta del piano”. Formó el “Grupo de los Seis” junto con Ricardo Castro, Gustavo E. Campa, Carlos J. Meneses, Juan Hernández e Ignacio Quezadas, además de haber incorporado a Bach y Chopin –ignorados en los conservatorios– al plan de estudios del Instituto Musical que fundó en compañía de su grupo. La pianista Eva María Zuk, gran divulgadora de la música de Villanueva y muy apreciada amiga, fue quien me introdujo a sus obras, a través de sus grabaciones y recitales, así como también con la edición de la obra completa para piano de Villanueva, que tuvo a bien obsequiarme y en la cual Stevenson se refiere a él como “genio de primer orden” considerándolo como “el Franz Schubert de América.” Y fue precisamente en uno de sus recitales, cuando escuché el Lamento, aquí grabado y pensé que tal vez podría sonar bien en la guitarra. Después lo transcribí para la guitarra de 10 cuerdas y lo estuve tocando en mis recitales del 2006 con motivo de la celebración del segundo centenario del nacimiento de Benito Juárez. Nacido en la ciudad de México en 1932, Francisco Martínez Galnares ha desarrollado una carrera dentro del concertismo –mediante una intensa actividad, tanto como solista, como dentro del ámbito de la música de cámara– la docencia –como catedrático de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, en donde obtuvo su licenciatura de piano a mediados de la década de los 60– la crítica musical, la administración –director de la Escuela Nacional de Música durante ocho años– y la composición. Su Suite para Guitarra escrita en un lenguaje etéreo cercano al impresionismo, fue dedicada a Sophie Chenier quien fue su maestra de piano y tuve el gusto de estrenarla el 6 de diciembre de 1963 en el Salón de Actos de la Escuela Nacional de Música, tres meses después de que obtuvo el primer premio del concurso de composición de las Asociaciones Guitarrísticas Mexicanas. Esta suite se inicia con un Preludio compuesto en arpegios de intervalos de cuarta y quintillos, procedimiento poco usual dentro del mundo guitarrístico de esa época, explorando toda la extensión del diapasón del instrumento. El segundo tiempo Balada, escrito en un lenguaje modal, nos remite a ambientes cercanos a Debussy y el tercero Danza emplea algunas figuras rítmicas características de la habanera con un carácter español cercano al impresionismo, mientras que en el último movimiento Capricho se juega con una sonoridad especial resultante de un interesante efecto rítmico y melódico entre la rápida alternancia de la cuerdas 4ª y 3ª dando como resultado una textura con un marcado colorido oriental. El Hommage à Webern fue escrito en 1972 para la guitarra de 10 cuerdas y, como su nombre lo indica, trata de incorporar al lenguaje de este instrumento algunas de las sonoridades típicas, tanto del colorido de la paleta weberniana como de su concepto de síntesis dentro de la expresión musical. Está formado por cuatro secciones o pequeñas piezas de carácter contrastante: la primera basada en dos células rítmicas y una serie de acordes, la segunda en una sucesión de valores largos con dinámicas contrastantes, la tercera construida sobre dos pequeños motivos y la última con acordes que se contraponen a una melodía en armónicos. Un año después estuvo en casa Narciso Yepes, leyó el Hommage y como le gustó tanto tuve el gusto de dedicárselo. Su estreno tuvo lugar el 30 de enero de 1975 en el Museo Universitario de Ciencias y Arte por el propio compositor y, posteriormente, fue orquestado empleando la economía de medios y algunos de los colores orquestales propios de Webern. Esta nueva versión fue estrenada por la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección del Dr. Jaime González Quiñónez, en el Palacio de Bellas Artes, el 25 de junio de 1978. Las Cuatro Piezas fueron iniciadas en 1932. El Valse está fechado en París el 17 de diciembre de ese año, aunque es posible que Trópico y Rumba hayan sido escritas un poco antes, de acuerdo a una mención de Andrés Segovia en una carta sin fecha, escrita probablemente a mediados de diciembre de 1932, y en la cual le dice a Ponce: “Ya está la rumba en pie y moviendo el busto. Y todos los de la casa hacen lo mismo al oírla.” La Mazurca parece haber sido la última pieza compuesta por Ponce para este ciclo de cuatro, según se desprende de una petición de Segovia, aparecida en una carta sin fecha, posiblemente escrita en 1933 y en ella le dice: “He tocado en toda mi tournée de otoño tu Sonatina y tu vals. ¿Porqué no me escribes una mazurca un poco chopiniana para hacer pendant con el Vals?” En su versión final esta suite de danzas contrastantes se inicia con la Mazurca, que aunque contiene los motivos rítmicos de esta danza de origen polaco, no deja de poseer un marcado aire español. Ponce la transcribió posteriormente para piano –conocida en esta versión como Mazurca Póstuma– y advirtiéndose en su realización pianística una coincidencia con el estilo de Manuel de Falla. El Valse es de influencia francesa y –para la presente grabación– he empleado el manuscrito de diciembre de 1932, en donde el trío aparece más extendido y elaborado que en el manuscrito posterior, el cual utilicé tanto para la grabación en EMI-Angel de 1978, como para la publicación con B. Schott’s Söhne de 1992. Trópico cuenta con toda la rítmica característica de la habanera y en ella pueden apreciarse una serie de sonoridades que recuerdan la Soirée dans Grenade de Debussy. El ciclo termina con la alegre Rumba de marcado carácter cubano, lográndose así un original balance, debido al empleo de dos danzas de origen europeo y dos de origen latinoamericano. 1***
1*** /Texto de : Miguel Alcázar
Muchas gracias a todos....