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domingo, 6 de marzo de 2011

J.S.Bach ... Keyboard Concertos 1,2,5, Preludes & Fugues


J.S.Bach - Keyboard Concertos 1,2,5, Preludes & Fugues
+ Bonus CD - A.Berg - Sonate Op. 1, A. Schönberg - Op. 19 Sechs kleine Klavierstücke /
Martin Stadtfeld, piano . Sony
EAC APE + CUE, 1 CD + bonus CD, front + back, 3 parts, 267 MB, 2006


CD:


01.Martin Stadtfeld - Allegro 06:49
02.Martin Stadtfeld - Adagio 06:38
03.Martin Stadtfeld - Allegro 06:50
04.Martin Stadtfeld - Prelude and Fugue in E flat minor, BWV 853 08:26
05.Martin Stadtfeld -  07:07
06.Martin Stadtfeld - Siciliano 03:46
07.Martin Stadtfeld - Allegro 05:49
08.Martin Stadtfeld - Prelude and Fugue in B flat minor, BWV 867 04:46
09.Martin Stadtfeld - Allegro 03:13
10.Martin Stadtfeld - Largo 02:19
11.Martin Stadtfeld - Presto 03:09


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Pianista Martin Stadtfeld (n. 1980) dio su recital debut a la edad de nueve años, y sólo tenía 13 años cuando se matriculó en la Escuela Superior de Música de Frankfurt para estudiar con Lev Natochenny. Él creó un gran revuelo en 2002 cuando se convirtió en el primer pianista alemán en ganar el Concurso Internacional Bach de Leipzig. El primer premio en este prestigioso concurso, que no se había adjudicado por 14 años, abrió las puertas a los principales festivales de Bach (Ansbach, Stuttgart, Köthen) para el joven artista, así como a otros importantes festivales de música.


Cuando Martin Stadtfeld en el 2003, hace su debut en Sony Classical con Bach, "Variaciones Goldberg", fue la reacción de la reacción de hoy ....con este CD de inmediato a la cabeza de las listas de música clásica alemana... Después de otros exitosos CDs con obras de Bach, Schumann y Mozart ..
En este CD :Los tres conciertos para piano y orquesta en re menor (BWV 1052), Mi mayor (BWV 1053) y Fa menor (1056) finaliza en el resultado que hace de esta grabación como "de una sola pieza." Martin Stadtfeld tiene magia con la orquesta y el conductor... nos envuelven en un sonido nuevo...sensacional para los conciertos, el resultado es una corriente, cuyo entusiasmo es dinámico y fresco, sin perder, sobre todo  los movimientos lentos de la contemplación.
Sexy ha combinado Martin Stadtfeld los tres conciertos con dos piezas solistas seleccionadas por Bach, Preludio y Fuga en Mi bemol menor y Si menor como plana de la primera parte del "Clave bien temperado", que muestran una clara precisión íntima del clavecín artesanal de Bach como solista confiado . 
Inmediatamente después del  lanzamiento del CD fue recibido con grandes elogios en casi todas las críticas de prensa  internacional importante.


LA MÚSICA DE BACH RELACIONADA CON SU VIDA:


 La palabra "Bach" en alemán significa arroyo. "No arroyo: mar" dijo el compositor Richard Wagner en relación a la inmensa cantidad de música que escribió (la que nos ha llegado y la que no); cultivó todos los géneros posibles -instrumentales y vocales- con excepción de los escénicos, pues no le gustaba la ópera.


una noche regaló a su mujer, en cuya primera página decía: "CLAVIERBÜCHLEIN VON ANNA MAGDALENA BACH" (1722), es decir, el sobradamente conocido "Álbum de Ana Magdalena".
librito de composiciones fáciles para el clavicordio, el cual compuso para que su mujer fuera aprendiendo a tocarlo. Sarabandas, minués, etcétera, tenían un encanto como para animar al estudio a cualquier alumno. Tanta ilusión le hizo que, en palabras de la propia Ana Magdalena "por muy pobre que llegara a ser, nunca me separaré de él".
Existe asimismo una pequeña colección de preludios fáciles (BWV 924-928) conocidos hoy en día con el título de Pequeños Preludios, que eran piezas recreativas para los jóvenes alumnos y que se deben abordar tras el estudio del álbum anteriormente citado.

INVENCIONES Y SINFONIAS:
En 1723 Bach decide reunir una serie de obras escritas para el aprendizaje de sus hijos (Wilhelm Friedemann, sobre todo) bajo el título de Invenciones y Sinfonías. La obra recoge quince piezas a dos voces y otras quince a tres, todas ellas con estructura similar.
Para su hijo Friedman compuso Invenciones y Sinfonías con el fin de que solventara problemas técnicos de sus ejercicios. Estas 15 Invenciones a dos voces y 15 Sinfonías a tres voces están clasificadas siguiendo el orden cromático de la escala de Do mayor a Si menor, como en los posteriores Preludios y Fugas del Clave bien temperado. La diferencia estriba en que, por razones de orden pedagógico, Bach evita las tonalidades difíciles en las piezas escritas para su hijo, y se atiene a las más utilizadas en la época. Las definió como "honesta guía que enseñará a los que aman el clavecín y especialmente a aquellos que desean instruirse en él, un método claro para llegar a tocar limpiamente a dos voces y después de haber progresado, a ejecutar correctamente las tres partes obligadas".
Marcadas con elipses rojas, están las apariciones del sujeto en su forma original —no he distinguido los transportes porque hubiese necesitado una partitura mucho mayor, que hubiese hecho impráctico leer el archivo a quienes se conecten por módem—.
Marcadas por elipses azules, las intervenciones por movimiento contrario.
Marcadas con cuadrados rojos, intervenciones de tan sólo las cuatro primeras notas del sujeto, casi siempre con valores rítmicos dobles —este proceso se llama aumentación—.
Marcadas con cuadrados azules, intervenciones de tan sólo las cuatro primeras notas por movimiento contrario, también casi siempre por aumentación.
Marcadas con cuadros verdes, intervenciones del final del sujeto enlazado varias veces consigo mismo.
Subrayadas en verde intervenciones de las últimas notas por movimiento contrario y aumentación.


EL CLAVE BIEN TEMPERADO ES:
El Clave bien temperado es, desde hace más de dos siglos, la obra básica de la literatura para teclado, de la que sus más grandes sucesores han hecho su pan cotidiano. Mozart escogió 4 Fugas a cuatro voces y las transcribió para cuarteto de cuerdas. Todo el mundo sabe que Chopin nunca comenzaba a trabajar el piano antes de haber tocado uno o varios Preludios y Fugas de Bach, y decía de estas obras que "nunca se olvidan". Schumann en sus consejos a los jóvenes músicos recomendaba el trabajo de las Fugas de esta gran obra.


Del periodo de Cöthen son, entre otras obras, los primeros 24 Preludios y Fugas pertenecientes al primer volumen de El Clave bien temperado (1721). Definidos cada uno en una tonalidad diversa -doce mayores y doce menores- representan la primera aplicación completa de los modernos principios de la armonía. La palabra temperado se refiere al sistema de afinación nueva: el sistema de "temperamento equabile".  Esta obra la escribió "para utilidad y uso de la juventud deseosa de aprender, así como para distracción de los que estén ya bastante avanzados en este estudio". Pero hay que estar bastante bien avanzados, pues algunos -la mayoría- son extremadamente difíciles de ejecutar y requieren un ejercicio constante, como ya habréis podido comprobar los que hayáis abordado ya las fugas a dos, tres y cuatro voces.


Las 6 Partitas para clavecín son las obras más notables que jamás hayan sido escritas en el dominio de la suite . En los siglos XVII y XVIII el término partita tenía diferentes significados; según los casos, podía designarse una suite instrumental de danzas o una serie de variaciones. Las Partitas para clavecín están concebidas en la misma forma que las Suites Inglesas, aunque aquí Bach evoluciona y la estructura de sus movimientos es más rica y compleja. Añade una introducción con título diferente para cada partita -preludio, fantasía, obertura - a la ya clásica estructura de la suite de danza.

  
  En Leipzig Bach vivió la mitad de su vida creadora y produjo lo mejor de su obra, básicamente para órgano -Toccata y fuga, sonatas, Fantasía y fuga- y para coro -Pasiones según San Juan y San Mateo, Magnificat, Oratorio de Navidad y su más grandiosa obra, la Misa en Sí Menor (su tonalidad preferida)-. Compuso asimismo cinco ciclos de sesenta cantatas cada uno, hasta un total de trecientas de las cuales más de cien se han perdido. De esta época es el Concierto Italiano para clavecín sólo en Fa Mayor, compuesto en 1734.

 Como la mayor parte de estas obras trataban temas graves y espirituales, los que no le conocían se quedaban sorprendidos al ver que también componía piezas humorísticas sobre algo tan prosaico como una cafetera, por ejemplo. Le gustaban las narraciones graciosas, con las que se reía mucho, y aunque estaba ligado a la música sacra, envuelto constantemente en la seriedad y dignidad que se desprendía de sus composiciones, componía asimismo "minués y canciones cómicas que solía inventar para los niños cuando montaban a caballo en sus rodillas, canciones llenas de incongruencia infantil y de melodías tan pegajosas que un momento después las cantaba toda la chiquillería de la casa", cuenta Ana Magdalena Bach en su Crónica


 ESTO NOS CUENTA UN ARTICULISTA: ( ME PARECE DE INTERES)

Se abrigarían muchas dudas de que hubiera sido escrito por la segunda esposa de Johann Sebastian Bach. Esto ha sido así, al menos en el ámbito de la lengua en castellano, donde el engaño ha llegado a calar tan hondo como para despistar a un autor tan lúcido e informado como Enrique Martínez Miura. Tal es así que en la introducción a su libro sobre Bach (Ediciones Península, primera edición: abril de 1997) califica al texto que estamos analizando como falso, y un poco más abajo como fuente espuria ya que “La pequeña crónica...” habría sido fantaseada a partir del libro de Forkel -Leipzig, 1802; existe traducción al castellano de Adolfo Salazar, Méjico, 1950- y sirve únicamente como testimonio del aumento del interés por Bach en el mercado editorial de los primeros decenios del siglo XIX. Confieso que tras la lectura de la supuesta autobiografía, también yo pensé algo similar. Tuve claro desde el principio que el autor del libro debió ser un personaje que viviera en el siglo XIX. Y es que el texto está salpicado de imágenes románticas, como aquella en la que un joven y brillante alumno del Kantor de Leipzig agoniza mientras este sujeta entre sus manos las del moribundo. Hay que descubrirse ante la autora del texto -lo narra en primera persona una mujer- porque es mérito suyo el haber conseguido colocarnos tantas pistas erróneas de la gran pista errónea, a saber, la de la autoría, porque no puede ser casual, no debemos suponerlo así, la elección de un determinado tono para contextualizar un relato, la elección de un determinada estética.

  Por que el texto del que estamos hablando no es anónimo, y si alguna razón ha debido tener la Editorial Juventud -octava edición, 1998, traducción del alemán de Carlos Guerendiain- para mantener al lector español sometido a este engaño, cuesta sostener que ésta sea la ignorancia -no puede haber tanta-, ya que tal y como puede leerse en la solapa, este libro, cuya primera edición apareció en Alemania en forma anónima,... no parece tener precisado ni el siglo de su aparición en el mercado, no ya la identidad de su autor. Quizá porque es más romántico así, o porque se vende mejor un libro cuya autora podría ser la esposa del personaje biografiado.

  Hubiera sido preferible que la editorial española se comportara con más seriedad. Porque sí, “La pequeña crónica...” tiene una autora, pero no es Ana Magdalena, sino Esther Meynell, que pasa por ser una musicóloga inglesa, y que publicó el libro en inglés en 1925, de forma anónima, aunque ante el éxito de ventas obtenido, se dice que se vio obligada a reconocer su propia autoría y desde entonces se publica así, tal y como sucede con las traducciones francesa y alemana que pueden adquirirse hoy en día en los países en los que se hablan estas lenguas. En el caso especifico del idioma alemán, la traducción más antigua que he podido hallar data de 1957, de forma que me temo que ni la primera edición del libro apareció en Alemania, ni se trata, aunque lo parezca, de un testimonio del aumento del interés por Bach en el mercado editorial de los primeros decenios del siglo XIX.

  Reconozco que la lectura del texto me resultó en ocasiones irritante, ya que está lleno de detalles de los que, aún teniendo a la fuente documental por cierta, habría que poner en duda, como es el caso del final de la narración, donde J.S. Bach una vez ciego, recupera la vista unos instantes para contemplar por última vez a su amada, antes de morir -otro cuadro genuinamente romántico. Pero quizá no anda tan mal encaminada Esther Meynell, ya que si bien la anécdota resulta en apariencia fantasiosa, sería por otra parte reveladora del amor que ambos esposos se profesaban, conclusión a la que ninguno de los biógrafos de Bach, anteriores a Klaus Eidam, habría llegado salvo este mismo -vease el Capítulo VI de “La verdadera vida de Johann Sebastian Bach”, Siglo XXI editores, primera edición: diciembre de 1999- y la propia Esther Meynell, aunque en este caso de forma poética.

  De manera que parece ser que, pese a nuestros propios prejuicios, “La pequeña crónica...” tiene una autora, que es posible que en algún caso se dejará llevar por la fantasía pero que se documentó bien para llevar a cabo el trabajo que realizó -en definitiva, una suerte de novela histórica-, hasta el punto de que fue ella la que en primer lugar contradijo a todos los anteriores biógrafos de Bach, y a los posteriores hasta Eidam, sobre determinados aspectos de la “bondad” de su estancia en Leipzig. Léase a tal efecto, el final del capítulo XVIII de la obra citada de Eidam.**** Extr de Eusebio Ortega Cerezo.. en la Revista de Música Culta.


En 1742 fueron compuestas las Variaciones Goldberg con el nombre original de Aria con variaciones y ornamentaciones para clavecímbano de doble teclado; así lo escribió Bach en el manuscrito de la obra. Se trata de un tema (el de la sarabanda en Sol Mayor del Álbum de Ana Magdalena) con treinta variaciones que Bach escribió para su amigo el conde Karl von Kaiserling, quien padecía de insomnio. Fueron escritas para ser interpretadas por uno de sus mejores alumnos, Johann Gottlieb Goldberg, quien todavía niño, era ya reconocido por sus dones excepcionales para el clave. Kaiserling sugirió a Bach que hiciese una obra "tranquilizante mejor que alegre" y se ocupó de que su alumno Goldberg la interpretase en una alcoba vecina a su dormitorio. Por esta composición Bach recibió una tabaquera y cien luises de oro, posiblemente los honorarios más elevados que jamás había recibido por cualquier composición. Esta obra requiere tal habilidad y ligereza de dedos que son pocos los pianistas que se han atrevido a ejecutarla, siendo Wanda Landovska a sus sesenta y tres años la primera que en 1942 se atrevió a tocarla en un clavecímbano Pleyel ante el público de Nueva York en una memorable interpretación.



Wanda Landowska:

(Varsovia, 1877 - Lakeville, 1959) Pianista polaca. Recibió su formación musical en el Conservatorio de su ciudad natal, de donde pasó a Berlín en 1896, para estudiar composición con Urban. Su reputación como pianista comenzó en 1900, a raíz de su traslado a París; en esta ciudad contrajo matrimonio con Henry Lew, quien, hasta su desgraciada muerte en un accidente de automóvil, en 1919, investigó con ella acerca de la música barroca del XVII y del XVIII y sobre su correcta interpretación, investigaciones que culminaron en 1909, con la publicación de un libro que llevaba por título La música antigua.
Durante la primera década del presente siglo, Landowska se asoció con la Schola Cantorum de París y renunció a interpretar a Bach al piano, prefiriendo en su lugar el clavicémbalo o clave; su primera actuación pública con este instrumento tuvo lugar en 1903 y, unos diez años más tarde, se hizo construir su propio clavicordio, según sus especificaciones personales.
El comienzo de la Primera Guerra Mundial la sorprendió en Berlín, donde se encontraba dando clases de música en la Real Escuela de Música. De allí pasó a Suiza, donde su interpretación de la Pasión según San Mateo en 1919, constituyó un hito en la música del siglo XX. A partir de 1925 estableció su residencia en una pequeña localidad cerca de París, donde fundó la École de Musique Ancienne, y se dedicó a la enseñanza, si bien nunca dejó de realizar giras por Europa y Norteamérica.
A la llegada de la Segunda Guerra Mundial tuvo que abandonar el país y, por consiguiente, la escuela, con su valiosa biblioteca y colección de instrumentos, para hacer frente a la invasión alemana; marchó a los Estados Unidos y se estableció de forma provisional en la localidad de Lakeville, en la que, sin embargo, se quedaría hasta su muerte.
Wanda Landowska fue una de las principales responsables de la recuperación de un instrumento olvidado como el clave y, consecuentemente, de su extenso y rico repertorio; encargó a diversos compositores contemporáneos (Falla, Poulenc) nuevas obras para clave, reforzando así la idea de que podía tener un lugar en la actualidad, y formó a toda una pléyade de intérpretes interesados en la música antigua, entre los que se cuentan Clifford Curzon y Ruggero Gerlin.

UN CD DE GOLDBERG VARIATIONEN...


Dmitry Sitkovetsky: violín,Gérard Caussé: viola,Misha Maisky: violonchelo


Hemos hablado ya de la facilidad que tenía Bach para componer. Como anécdota se dice que en 1747 viajó a Berlín para visitar a su hijo K. Ph. Emanuel, que era clavecinista en la corte del rey Federico de Prusia. A su llegada fue objeto de grandes honores y recibido con una calurosa acogida. Impresionó de manera viva y precisa por que la misma tarde de su llegada, el rey le dio un tema y tuvo que improvisar una fuga a tres voces. Por la noche, volvió a acudir a palacio por orden del rey, quien le rogó que ejecutase una fuga a seis voces, porque quería ver hasta dónde podía desarrollar el tratamiento polifónico de un tema; esta vez lo eligió Bach, pues no todos los temas se prestan a un desarrollo tan completo, e improvisó una fuga que provocó en el rey tal admiración y entusiasmo que repetía constantemente por todo el palacio: "¡no hay más que un Bach, no hay más que un Bach!".

Otras obras importantes son los Conciertos en Re menor y Do mayor para tres clavicémbalos, compuestos para tocarlos con sus hijos Friedman y K.P. Emanuel, quienes eran tan perfectos ejecutantes que casi le alcanzaban a él. Escribió también varios conciertos para uno, dos y hasta cuatro clavicémbalos y cuerdas.
El arte de la Fuga: a través de quince fugas y cuatro cánones se desarrolla un solo tema que no lleva indicación concreta sobre los instrumentos a los cuales debe confiarse su interpretación. En la última fuga cuádruple, se interrumpe el manuscrito, justamente después de que, como tercer tema, el autor había introducido las letras de su nombre en una paráfrasis musical (recordemos que B, A, C, H, corresponden a la denominación alemana de las notas Si bemol, La, Do y Si natural). De esta forma, J. S. Bach 
recurrió a su apellido para integrarse en su propia creación, para hacerse música. "Cuando él trabajaba en esta fuga donde el nombre de BACH forma las notas del tema del contrasujeto, el autor falleció", hace constar su hijo K. Ph. Emanuel en el manuscrito.


Bach no debe ser juzgado únicamente como un matemático de la música. En sus obras se entrelazaban una gran dinámica melódica, una armonía que posibilita matizaciones expresivas sumamente coloristas y sutiles, y una rítmica muy del gusto de nuestra época. De ahí la polémica suscitada en cuanto a su interpretación: por un lado, los puristas que opinan que, al ser compuestas para clavecín, tales matizaciones no pueden desarrollarse; por otro, los que opinamos que debemos aprovechar los recursos técnicos y expresivos del instrumento rey del siglo XX: el piano.

*** Extr.. de informaciones diversas de Sony,  Paloma Socias Casero ( profesora de piano en conservatorios) Revista Mensual Musical, Filomusica(revista de música culta)/ Chitclass.. Por Jorge Gonzalez Duque. Wanda L. de Biografías y Vídas, Encicl.. Britann..

Muchas gracias a todos.
KARL.