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lunes, 4 de mayo de 2020

Francesca Caccini  Grande de su Tiempo que la Historia Oficial no perdonó.











Francesca Caccini 

Fue nombrada ‘la música’ en 1607, cargo con un sueldo fijo al mes que la convierte en una autoridad musical en la corte de los Medici en la Florencia de finales del siglo XVI. Es Francesca Caccini (Florencia, 1587-1640) y tiene veinte años. Una extraordinaria virtuosa que compone, canta, toca el laúd, la tiorba, el clavecín, la guitarra, el arpa... pero de la que apenas hoy sabemos o hemos escuchado nada. Hija de dos músicos excepcionales, Giulio Caccini, autor del manual de canto más influyente del siglo XVII, ‘Le nuove musiche’, y de la cantante Lucia Di Filippo Gagnolandi, Francesca parecía predestinada a dedicarse también a la música en una época en la que sobre las intérpretes y las compositoras se cernía invariablemente la sombra de la puta lasciva. Educada por su padre, alcanza el éxito como intérprete en la corte francesa de Enrique IV, pero es bajo la protección de la gran duquesa Cristina de Lorena, la cabeza de los Medici, cuando despliega toda su creatividad. “Estaba en el lugar y el momento oportunos: una compositora en una corte que empezaba a modelarse en torno a una mujer”, nos describe la autora Anna Beer.

Se da a conocer como compositora con ‘La stiava’ (cuya partitura no se conserva), un espectáculo cortesano encargo de la gran duquesa para el carnaval de 1607. La compone con la ayuda del libretista Michelangelo Buonarrotti, sobrino nieto del gran Miguel Ángel, quien se convertirá en su leal colaborador y amigo. Desde entonces, su producción es imparable. Una de las obras que han llegado hasta nuestros días es ‘Il primo libro delle musiche’, un volumen de arias de intensos sentimientos (el deseo, ‘Rendi alle mie speranze’; la pérdida, ‘ Lasciatemi qui solo ’; la angustia, ‘Ferma, Signore, arresta...’). Un libro dirigido a mujeres.

Son años en los que la ópera comienza a despuntar como “un tipo de teatro experimental completamente radical”. Caccini aporta su grano de arena con ‘La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina’, una de las escasas obras de larga duración (75 minutos) de principios de la edad moderna compuestas por un solo compositor que han llegado íntegras a nosotros. Una obra que fue a la vez un triunfo musical y político que encarnaba el proyecto de las Medici.
‘La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina’ compuesta para la visita del príncipe Ladislaus Sigismondo, ópera que fue interpretada asimismo en Varsovia en 1628, siendo esta la primera ópera italiana representada fuera de sus fronteras.
El final de su vida es un tanto incierto, pues existen documentos en que aparece una Francesca Caccini, esposa de un senador, muerta en 1640, mientras que otras fuentes datan su muerte en 1630.

La Cecchina escribió cinco óperas, cuatro de las cuales se han perdido y solamente ha sobrevivido La liberazione di Ruggiero. Igualmente compuso obras religiosas, seculares, vocales e instrumentales, pero la única colección completa, que de momento tenemos la certeza de su autoría, data de 1618: Il primo libro delle musiche.

Francesca Caccini fue una Grande de su Tiempo que la Historia Oficial no perdonó.






BIBLIOGRAFÍA

– El espectáculo operístico de Jaume Radigales, Huygens Editorial, 2017.
– Sounds and Sweet Airs: The Forgotten Women of Classical Music de Anna Beer, Oneworld Publications, 2016.
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