El Canto Espiritual Judeoespañol (Miguel Sánchez / Alia Musica)
Performer: Miguel Sánchez, Alia Musica, Albina Cuadrado, Albina Duadrado, Carlos Garcia, et al.
Conductor: Miguel Sánchez
Composer: Sephardic Traditional, Jewish Traditional
Audio CD (June 14, 2005)
Los cantos espirituales judeoespañoles contenidos en este registro son de una belleza deslumbrante. No por su espectacularidad, desde luego, sino por una poesía sutil, una palpitación de intimidad, una pasión del espíritu. El director, Miguel Sánchez, ha realizado un doble trabajo de investigación musicológica y de maestría interpretativa. Los resultados artísticos son portentosos. Alia Mvsica ha alcanzado una madurez que emociona. Un disco imprescindible.
CD
Albinu Malkenu
Yede Rasim
Nostalgia Y Alabanza De Jerusalen
‘Et Sa’are Rason
Yiru ‘Enenu
Los Siete Hijos De Hana
Hodu L’Adonay
Yasen Al Teradam
El Melej
Noche De Aljad
Ki Esmera Sabat
La Fragua Del Estudio
Dodi Yarad Legano
La Ketuba De La Ley
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ALIA MVSICA se creó en 1985 para interpretar música de la Edad Media y para el estudio e interpretación de la música judeoespañola, basándose en sus propios análisis y en las aportaciones de la musicología más reciente sobre estos repertorios.
ALIA MVSICA ha ofrecido conciertos en los más importantes Ciclos y Festivales de España, Europa, América del Sur y Estados Unidos de América, participando, entre otros, en el Festival “Voix et Route Romane” de Strasbourg, Quincena Musical Donostiarra, Festival Internacional de Música y Danza de Granada, Les Concerts Spirituels de Nantes, Senās Mūzikas Festivāls de Letonia, Festival Internacional de Santander, y ofreciendo conciertos en lugares tan emblemáticos como Museo del Prado de Madrid, Palacio de la Cultura de Sofia, Elizabethan Theatre de Washington, Museo Sacro de Caracas, Cemal Resit Rey Konsert Salonu de Istanbul, Sala Gótica del Ayuntamiento de Bruselas, Palazzo Spagna de Roma, Stedelijke Concertzaal De Bijloke de Gent (Bélgica), Vredenburg de Utrecht, Queen Elizabeth Hall de Londres, Kaufman Concert Hall y The Cloisters (Metropolitan Museum) en New York.
ALIA MVSICA ha editado varios CD’s que han merecido el elogio unánime de la crítica y han sido distinguidos con diferentes premios (“CD Compact”, “5 Diapasons”, “Lira de Oro”, “5 Goldberg”, “Diapasón de Oro”, “CHOC de Le Monde de la Musique”, “10/10” de Classics Today, entre otros). El grupo graba en exclusiva para Harmonia Mundi.
Recientemente ALIA MVSICA ha ofrecido conciertos en el, Museo del Louvre de París, Palacio Real de Varsovia (Polonia), Rencontres Internationales de Musique Médiévale du Thoronet (Francia), Festival Banchetto Musicale de Vilnius (Lituania), Hofkapelle der Residenz de Munich, Tage Alter Musik de Regensburg, Musikinstrumenten Museum de Berlin (Alemania) y Semana de Música Religiosa de Cuenca.
ALIA MVSICA ha recibido el premio 2010 de la Asociación Española de Festivales de Música Clásica (FestClásica).
**** 1 Extr: de su Web Of. ALIA MVSICA.
El canto espiritual judeoespañol (Judeo-Spanish Spiritual Songs) -- Alia Musica - Miguel Sánchez
EAC FLAC IMG+CUE+LOG (259 MB) Complete HQ Scans (58,2 MB) 1CD
Classical: Medieval Harmonia Mundi HMI 987015 1998 (rec. 1997)
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Escultura de Maimónides en la casa natal de Córdoba.
Los sefardíes o sefaradíes ...son los descendientes de los judíos que vivieron en la Península Ibérica (España y Portugal) hasta 1492, y que están ligados a la cultura hispánica mediante la lengua y la tradición. Se calcula que en la actualidad, la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la mayor parte de ellos residentes en Israel, Francia, Estados Unidos y Turquía. También a México, Cuba y Sudamérica, principalmente a Argentina y Chile, llegaron judíos sefardíes que acompañaron a los conquistadores españoles y portugueses y así escaparon de las persecuciones en España.
Desde la fundación del Estado de Israel, el término sefardí se ha usado frecuentemente para designar a todos aquellos judíos de origen distinto al askenazí (judíos de origen alemán, ruso o centroeuropeo). En esta clasificación se incluye a los judíos de origen árabe, de Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, que no guardan ningún vínculo con la cultura hispánica que distingue a los sefardíes. La razón por la cual se utiliza el término indistintamente es por las grandes similitudes en el rito religioso y la pronunciación del hebreo que los sefardíes guardan con las poblaciones judías de los países antes mencionados, características que no se comparten con los judíos askenazíes. Por eso hoy en día se hace una tercera clasificación de la población judía, la de los mizrahim (del hebreo מזרחים 'Oriente'), para garantizar que el término «sefardí» haga alusión exclusivamente a ese vínculo antiguo con la Península Ibérica.
Los judíos desarrollaron prósperas comunidades en la mayor parte de las ciudades españolas. Destacan las comunidades de las ciudades de Toledo, Burgos, Sevilla, Córdoba, Jaén, Ávila, Granada, León, Segovia, Soria, Vitoria y Calahorra. En la Corona de Aragón, las comunidades (o Calls) de Zaragoza, Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, y Palma de Mallorca se encuentran entre las más prominentes. Algunas poblaciones, como Lucena, Hervás, Ribadavia, Ocaña y Guadalajara, estaban habitadas principalmente por judíos. De hecho, Lucena estuvo habitada exclusivamente por judíos durante siglos en la Edad Media.
En Portugal, de donde muchas ilustres familias sefardíes son originarias, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades de Lisboa, Évora, Beja y en la región de Trás-os-Montes.
Se tiene conocimiento de la existencia de comunidades judías en territorio español desde tiempos remotos. El hallazgo de evidencias arqueológicas lo confirman. Un anillo fenicio del siglo VII a. C., hallado en Cádiz con inscripciones paleo-hebraicas, y una ánfora, en la que aparecen dos símbolos hebreos del siglo I, encontrada en Ibiza, figuran entre las pruebas más contundentes de la presencia judía en la Península Ibérica.
La presencia hebrea en el actual territorio español experimentó cierto incremento durante las Guerras Púnicas (218-202 a. C.), durante las cuales Roma se apoderó de la Península Ibérica (Hispania), y se sabe con precisión que el aumento de la población judía se dio varios siglos después a raíz de la conquista de Judea por el general romano Tito, bajo mandato del emperador Vespasiano (70 d. C.). Se calcula que en España se asentaron, durante las primeras décadas de la Diáspora, alrededor de 80 000 personas procedentes de Palestina. Esta cifra se elevará de manera considerable posteriormente. Igualmente, la presencia hebrea en España también se debió a la importación de esclavos por los romanos para diversas actividades.
A la caída del Imperio romano en 476 y tras la invasión de la península por tribus germánicas, como los visigodos, suevos y vándalos, sobreviene una época de dificultad para los hebreos que en ella vivían. Al sobrevenir la dominación visigoda, que profesaba el arrianismo hasta su adopción final del catolicismo durante el reinado de Recaredo (587 d. C.), las comunidades judías pasan a ser dominadas completamente y se inicia una época de persecución, aislamiento y rechazo. Es en esta época cuando comienzan a formarse las primeras aljamas y juderías de las ciudades españolas donde hubo grandes asentamientos hebreos.
Las difíciles condiciones en que se encontraban los judíos durante los Reinos Cristianos hicieron que éstos recibieran a los conquistadores musulmanes como una fuerza liberadora. No es exagerado decir, por tanto, que la población judía de la península prestó ayuda a las huestes islámicas que venían de África.
El año 711 será recordado como la fecha en que se inicia la «Edad de Oro» de la judería española. La victoria del bereber Táriq ibn Ziyad aseguraba un ambiente de mejor convivencia para los hebreos, ya que la mayor parte de los regímenes musulmanes de la Península Ibérica fueron bastante tolerantes en asuntos religiosos, aplicando la ley del impuesto a los dhimmi (judíos y cristianos, que junto con los mazdeítas eran considerados las gentes del libro) según lo estipulado en el Corán.
La comunidad judía andalusí, durante esta época, fue la más grande, mejor organizada y más avanzada culturalmente gracias a las grandes libertades de que gozaba. Numerosos judíos de diversos países de Europa y de los dominios árabes se trasladaron a Al-Ándalus, integrándose en la comunidad existente, y enriqueciéndola en todos los sentidos. Muchos de estos judíos adoptaron el idioma árabe y se desempeñaron en puestos de gobierno o en actividades comerciales y financieras. Esto facilitó enormemente la incorporación de la población judía a la cultura islámica, principalmente en el sur de España, donde los judíos ocuparon puestos importantes y llegaron a amasar considerables fortunas. La prohibición islámica que impide a los musulmanes dedicarse a actividades financieras, caso similar para los cristianos que consideraban la actividad como impía, hace que los judíos de la península absorban por completo las profesiones de tesoreros, recolectores de impuestos, cambistas y prestamistas.
Por lo tanto, es bajo el dominio del Islam cuando la cultura hebrea en la península alcanza su máximo esplendor. Protegidos, tanto por reyes cristianos como musulmanes, los judíos cultivan con éxito las artes y las ciencias, destacando claramente en medicina, astronomía y matemáticas. Además, los estudios religiosos y la filosofía son quizás la más grande aportación. Algunos nombres destacan en tales áreas. El rabino cordobés Moshé ibn Maimón, conocido como Maimónides, se distingue sobre los demás por sus aportes al campo de la Medicina, y sobre todo en la filosofía. Sus obras, como la Guía de perplejos y los comentarios a la Teshuvot, ejercieron influencia considerable sobre algunos de los doctores de la iglesia, principalmente sobre Tomás de Aquino.
En el campo de la matemática, se les atribuye a los judíos la introducción y aplicación de la notación numeral indoarábiga a Europa Occidental. Azraquel de Sevilla realiza un estudio exhaustivo sobre la Teoría de Ecuaciones de Diofanto de Alejandría, mientras que Abenezra de Calahorra escribe sobre las peculiaridades de los dígitos (1-9) en su Sefer ha-Eshad, redacta un tratado de aritmética en su Sefer ha-Mispad y elabora unas tablas astronómicas. Años antes de la Reconquista, el converso Juan de Sevilla tradujo del árabe un volumen del álgebra de Mohammed al-Khwarismi que fue posteriormente usado por matemáticos como Nicolo di Tartaglia, Girolamo Cardano o Viète.
En estilo andalusí se construye la Sinagoga del Tránsito (o de Samuel Ha-Leví) en la ciudad de Toledo, exponente máximo de la arquitectura judía de esta época, al igual que la de Córdoba.
La Reconquista paulatina de la Península Ibérica por parte de los Reinos Cristianos propició, de nueva cuenta, un ambiente de tensión con relación a los judíos, que siguieron desarrollando la mayoría de las actividades financieras. La situación resultó muy provechosa, para algunas familias inclusive, ya que alcanzaron prestigio y favor a los ojos de los reyes cristianos, conservando sus antiguos privilegios. Es interesante recalcar el hecho de que la Corona de Aragón protegió a muchas familias hebreas durante los años de la Reconquista, mientras que numerosas familias nobles catalanas y aragonesas emparentaron frecuentemente con los judíos, a fin de incrementar fortunas o condonar deudas contraidas con sus acreedores hebreos.
La riqueza de la que eran dueños los judíos y su reciente entrada a las cortes cristianas, aunada a la ostentación de algunos, los hizo odiosos a los ojos del pueblo y de la jerarquía católica, que los consideraba crucificadores de Jesucristo e incluso practicantes de ritos satánicos. En algunas ciudades, los judíos eran acusados de envenenar los pozos, secuestrar niños para beber su sangre o de querer, en contubernio con la nobleza, convertir a la población al judaísmo. Esto, en algunos casos, ocasionó violentas persecuciones antisemitas, intrusiones y matanzas en las juderías, e incluso expulsión de las ciudades.
El proceso de la Reconquista implicaba la uniformidad religiosa para poder asegurar una verdadera unidad política y social. La unidad política, mediante el matrimonio de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, llevó a la solicitud del establecimiento en España del Tribunal del Santo Oficio, mejor conocido como la Inquisición. En el año de 1478, el Papa Sixto V aprobó su establecimiento en la Península Ibérica y en sus posesiones del Mediterráneo. Como primer Inquisidor General, se nombró al dominico Tomás de Torquemada, confesor personal de la reina de Castilla y hombre fundamental en la expulsión de los judíos de España.
Torquemada, ferviente enemigo de la presencia judía en la península, propuso varias veces a los Reyes Católicos considerar la expulsión de los hebreos de España, moción que encontró oposición en el rey Fernando, quien tenía intereses y negocios con muchas familias judías aragonesas, tales como las familias Cavallería y Santangel, quienes en parte financiaron la expedición que llevaría a Cristóbal Colón a descubrir América. Incluso numerosos historiadores, como Benzion Netanyahu y Henry Charles Lea, aseguran que la madre de Fernando II de Aragón, Juana Enríquez, y por lo tanto él mismo, descendían de judíos convertidos al catolicismo en el siglo XIV.
Fuentes históricas citan la labor de convencimiento que Torquemada hizo al rey católico. El Inquisidor entró, durante una audiencia que sostenía Fernando de Aragón con los sefardíes, con un crucifijo en la mano y arrodillándose ante el rey pronunció: «Judas Iscariote traicionó a Cristo por treinta denarios, y vosotros queréis ahora venderlo por treinta mil. Aquí está él, tomadlo y vendedlo». (Sevilla sefardí, 2006).
Tras la toma de la ciudad de Granada, en poder del caudillo moro Boabdil, en 1492, se firma el Edicto de la Alhambra en el que se pide, o la conversión de los judíos españoles al cristianismo, o su salida definitiva del territorio en un plazo de tres meses. Famosa es la intervención de un judío ilustrísimo y de familia noble, tesorero personal de los Reyes Católicos, Don Isaac Abravanel, quien les solicitó la reconsideración de tal disposición. Los Reyes Católicos ofrecieron a Abravanel y a su familia garantías y protección. Sin embargo, salió junto con sus compatriotas al exilio. Abravanel se cuenta hoy entre los nombres de quienes gestionaron el apoyo financiero a la expedición de Cristóbal Colón.
Expulsión de los judíos por Emili Sala i Francés
La salida de los judíos comenzó en poco tiempo. En todas las ciudades de España, las aljamas quedaron desocupadas. Un cronista de la época, Andrés Bernáldez, describía así la salida de los judíos de la ciudad de Zaragoza: Salieron de las tierras de sus nacimientos chicos y grandes, viejos y niños, a pie y caballeros en asnos y otras bestias y en carretas, y continuaron sus viajes cada uno a los puertos que habían de ir, e iban por los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y siempre por do iban los convidaban al bautismo, y algunos con la cuita se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabinos los iban esforzando y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer panderos y adufos para alegrar la gente, y asi salieron de Castilla. Serían necesarios 500 años para poder volver a hablar de una experiencia judía en España.
Los sefardíes se repartieron entonces por varios países. Algunos se establecieron en el sur de Francia, en las ciudades de Bayona y San Juan de Luz. Otros fueron a Portugal primero, de donde no fueron expulsados, sino convertidos al cristianismo, a diferencia de los que habitaban en las coronas españolas, dirigiéndose una proporción de hebreos a países como Holanda y las ciudades hanseáticas del norte de Alemania, como Bremen o Hamburgo. Algunos más se esparcieron en los reinos moros de Marruecos o incluso Siria, mientras que una pequeña fracción de ellos se establecieron en países como Dinamarca, Suiza o Italia. Muchos sefardíes permanecieron en España bajo una supuesta apariencia cristiana (marranos) y posteriormente se trasladaron a algunas islas del Caribe, como Jamaica, o incluso a Brasil, Perú y México, donde muchos de ellos participaron en las campañas conquistadoras y expansionistas de España y Portugal.
Sin embargo, la gran mayoría de los sefardíes serían recibidos en el Imperio otomano, que a la sazón estaba en su máximo apogeo. El sultán Bayaceto II permitió el establecimiento de los judíos en todos los dominios de su imperio, enviando navíos de la flota otomana a los puertos españoles y recibiendo a algunos de ellos personalmente en los muelles de Estambul, como consta en una pintura del ilustrador Mevlut Akyıldız. Es famosa su frase: Gönderenler kaybeder, ben kazanırım — «Aquellos que les mandan pierden, yo gano» (Pulido, 1993).
Toda la Música de la época relata su historia unida fuertemente a su cultura...
Muchas gracias a todos.
KARL